Sexting. Un coqueteo de alto riesgo.
El sexting consiste en compartir fotografías o vídeos de tipo sexual, producidos de forma voluntaria, utilizando para ello el teléfono móvil, o algún otro dispositivo tecnológico, así como aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp.
Exponer su intimidad en formato de foto o vídeo ante personas que quizá no son de fiar.
Aunque pueda parecer un juego, muchos menores practican sexting sin ser conscientes de sus consecuencias, ya que, cuando la fotografía o el vídeo se envían desde el smartphone, la imagen pasa a formar parte de la galería de fotos y vídeos del receptor, que podría usar dicho material en su contra.
El sexting en sí no es un delito, puesto que la fotografía o el vídeo se realizan voluntariamente y se envían sin que el menor esté sometido a ningún tipo de coacción. Sin embargo, es una práctica muy arriesgada, pues puede ser el inicio de otras posibles conductas relacionadas con la corrupción de menores, como el grooming o el ciberbullying, ya que cuando el material comienza a circular de forma masiva en la red, puede acabar ante los ojos de un pedófilo o difundirse en el entorno escolar, causando un verdadero calvario cuando el menor es identificado por sus compañeros.
En resumen, cuando un menor graba unas imágenes de sí mismo con contenido claramente sexual y las envía a un amigo, está permitiendo que otra persona pueda disponer de esas imágenes a su antojo y reenviarlas a otros amigos por Whatsapp, publicarlas en cualquier red social y mostrarlas a otras personas, con la consiguiente burla hacia el menor protagonista. Recuerda que lo que se publica en Internet o se pone a disposición de otros usuarios deja de pertenecemos y pasa a ser de dominio público.